¿Y si el «back-to-basics» estuviera fuera de la caja?

La mentalidad industrial ha sido capaz de ordenar las actividades económicas en normativas que, de manera ilustrativa, pueden “encajarse” en legislaciones que indican qué se puede y qué no se puede hacer. Sin embargo, no han sido capaces de regular las nuevas actividades digitales que han sido concebidas “fuera de la caja” (“out of the box”).

La “caja” representa visualmente el “estado de las cosas” bajo la mentalidad imperante. Está compuesta por las normativas que permiten operar a las personas y a las empresas con los recursos disponibles. En la actualidad, la “caja” en España ha sido configurada desde una mentalidad industrial, que es una mentalidad de oferta. El primer impulso a la hora de regular una nueva actividad digital por parte de partidos políticos con mentalidad industrial es restringir, o prohibir, actividades económicas que estuvieran fuera de la caja y pudieran poner en peligro la estabilidad del “statu quo”. Ello anula numerosas posibilidades de innovación y se genera dependencia de soluciones ajenas. En España, la dinámica regulatoria industrial ha obligado a cada iniciativa digital del siglo XXI a operar únicamente “dentro de la caja”, aunque dicho marco regulatorio fuese del siglo XX.

Foto de Mick Haupt en Unsplash

¿PERO LA INNOVACION NO SE PRODUCE FUERA DE LA CAJA?

Por definición, sí, la innovación se produce “fuera de la caja”, pero las normativas industriales exigen que cualquier iniciativa sólo pueda operar con las normas que ya existían tradicionalmente “dentro”, aunque haya surgido “fuera”. Bajo la mentalidad industrial, la realidad solamente podría ser analógica y sólo permite operar legalmente a personas y empresas si es “dentro de la caja”. Los gobiernos con mentalidad industrial no han sido capaces de comprender ni integrar una realidad digital que ya está presente en la vida de casi todas las personas y que opera fuera en numerosas ocasiones de los límites tradicionalmente establecidos por la mentalidad industrial.

La “caja” del statu quo en realidad no es más que una cárcel normativa donde apenas es posible generar ningún tipo de innovación. #PactoDigital

Las normas de control establecidas para las actividades que se pueden realizar están diseñadas para no romper el “statu quo” por lo que aquellas que no estaban previstas no son consideradas convenientes por el sistema industrial. Para poder pensar fuera de la caja es necesario salir de la cárcel normativa. Sin embargo, cualquier persona o empresa que intente salirse de los límites preestablecidos para operar únicamente en la caja se ve expuesta a la penalización de los defensores del statu quo, que defienden únicamente sus propios intereses.

UNA CAJA QUE INDUSTRIALIZA MENTES

La “caja” (the box) es el espacio cerrado en el que las normativas permiten operar a las personas y a las empresas. Sin embargo, las personas solemos reflexionar y construir nuevas realidades “fuera de la caja”. La caja es realmente una cárcel para la creatividad que apenas permite la innovación ni tampoco volver a tus orígenes. Tiene una dinámica interna que exige a empresas y personas vivir bajo un espacio hipercompetitivo y poco transparente, aunque empresas y personas deseasen lo contrario. La propia dinámica unidireccional de la caja no permite la resistencia y empresas y personas se ven abocadas a asumir una dirección que lo mismo ni es la suya.

“Una legislación de carácter industrial impide o dificulta que personas conectadas podamos gestionar propios recursos bajo los acuerdos de la comunidad, sea recursos materiales o inmateriales”.

Chocan dos maneras de gestionar recursos que piensan en direcciones diferentes. La mentalidad industrial busca restringir la oferta en un mercado que opera a corto plazo, y la digital expandir la demanda en un mercado que opera a largo plazo. Así, es lógico que el proceso de industrialización de mentes nos esté generando un enorme sentimiento de exilio emocional.

SOS: ÉRAMOS «ESTO» FUERA, PERO DENTRO SOMOS ESTO «OTRO»

El proceso de ir a un “back to basics” parece que será una de las tendencias de las empresas, e incluso las personas, en la década de los 2020s. Inmersas en una frenética dinámica de supervivencia con un exceso de recursos que gestionar, ahora nos preguntamos cuánto realmente es “suficiente” para alcanzar el equilibrio. Aquello que está de más hoy nos resulta excesivo y, por lo tanto, innecesario y sus costes de mantenimiento indeseables.

Resultaría un reto volver al origen de los negocios familiares con la normativa actual, por no decir imposible. Si un abuelo a mediados de los 1960s pudo dirigir un hotel en la costa conociendo el nombre de cada cliente, su nieto en 2021 no conoce ni el de sus propios empleados, con el mismo negocio. Si ese abuelo a mediados del siglo XX se apoyaba en valores universales para ofrecer un servicio turístico, sin conocimiento de idiomas ni formación, su nieto en el siglo XXI se ha centrado sólo en idiomas y formación de sus empleados y se ha olvidado de los valores universales. El negocio ha ido perdiendo autenticidad y sus servicios ya no se diferencian de los demás, resultado de la industrialización de las mentes y de los modelos de negocio. Aquello tan diferente que construyó el abuelo hoy el nieto no podría replicarlo.

«Tenemos que pensar que la caja, el sistema, el statu quo, se está encogiendo, y cada vez expulsa a mayor número de personas y empresas fuera. Va a ser un reto gestionar tantos alter sistemas».

Como no reflexionemos seriamente sobre los límites de la caja, no es difícil imaginar un futuro bastante distópico para las empresas, agonizando ante los mares rojos de China, donde todos los pececillos se canibalizan los unos a los otros con una tecnología que les controla. Imaginemos una utopía donde se rompen los límites de la caja, y personas y las empresas gestionan recursos abundantes en mares azules europeos con una tecnología que les conecta.

Si no construimos esa utopía, que no nos sorprenda que ocurra la distopía.

Acerca de Rafael Martinez-Cortiña

21st century life explorer in Madrid, a city that makes sense
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